Antepongo continuamente mis necesidades vitales, ante cualquier situación, aquello que necesito o creo necesitar pasa a ser prioritario. Como algo elemental y esencial para mi propio bienestar, para mi propia supervivencia.
Mis necesidades son puramente básicas, respiración, alimentación, descanso, sexo y homeostasis. Si no las tengo cubiertas, baja mi autoestima, me retraigo y estoy varios días en un estado de melancolía. Días en los que me psicoanalizo, a través de lo que escribo, de lo que pienso, e intento entenderme, ser comprensiva, compasiva y me absuelvo continuamente por los errores que cometo.
No soy capaz de aprender de mis propios fallos, me quedo anclada, no cambio hábitos y sigo dentro de un bucle repitiendo acciones. Mi motivación es directamente proporcional a los estímulos externos, sin estímulos no hay motivación que me ayude a un posible cambio. Mi conducta repetitiva es la respuesta a un desequilibrio en la homeostasis psicológica (1) Dicha conducta no cesa hasta que consigo lo que me falta o elimino lo que sobra, alcanzando así mi organismo, de nuevo, el equilibrio. Esta sería la explicación a un comportamiento repetitivo, mediante el cuál, solo prevalece el hecho de satisfacer unas necesidades muy básicas, primarias. Esta explicación me convence más, que pensar, que mis costumbres son más fuertes y están más arraigadas que la voluntad que me acompaña.
(1)- La homeostasis psicológica se basa en la aceptación emocional y el entendimiento racional de los eventos que influencian la salud y el bienestar.
Si consigo no centrar mi pensamiento en obtener satisfacciones inmediatas y cubrir mis necesidades afectivas, lograré cambiar hábitos. -Ana-
El caminar de los cangrejos (2)
Publicado por Lilith el 1 diciembre, 2010
https://tsutomu5.wordpress.com/2010/12/01/el-caminar-de-los-cangrejos-2/
El caminar de los cangrejos (1)
A por los 43…
Beckettiana
/ 14 diciembre, 2010Hola Ana. Antes de nada, enhorabuena por tus escritos. La comprensión y la autoproclamación de tus estados de ánimo es un arma de doble filo: por un lado, ayuda a anteponerte a sus cambios y puedes llegar a combatir ciertos embates emocionales. Sin embargo, por otro lado, refuerza aún más el sufrimiento, envolviéndote cada vez más en el lecho de la inmovilidad. Incluso, en ocasiones, experimentas un cálido acogimiento y un profundo bienestar, fruto de la costumbre y de la experiencia. La voluntad dormita en otra habitación, en la pieza contigua a la desolación, donde tu resides ahora. Sin embargo, tan solo tienes que llamar a su puerta y tomarla de la mano. Ella sin tí no es nada. Tú sin ella, tan sólo, estás viva. Ser no es lo mismo que estar, aunque los anglosajones utilicen el mismo tiempo verbal. Te mereces ser, sentirte. Vivir al compás de la inercia es fácil pero absolutamente insatisfactorio. Pensar en la derrota antes de iniciarse la guerra te lleva a una muerte anticipada.
Teo
/ 9 diciembre, 2010Hola, Ana :), por fin he decidido visitarte y me ha gustado mucho lo que he leído. Con respecto a los hábitos, los malos hábitos, los simulacros que nos montamos para excusarnos y seguir lamiéndonos las heridas o regodeándonos en el dolor que produce desfragmentarnos una y otra vez…, sólo te dejo esto:
«Primero creamos nuestros hábitos y después nuestros hábitos nos crean a nosotros.»
*Seguimos practicando cualquier hábito, o mal hábito, en el momento que hemos aprendido que nos sentimos bien con él, de tal modo que logramos automatizarlo, que son las famosas y reiterativas crisis – escribías: «Soy tan vulnerable que sucumbo continuamente a mis malas costumbres y malas tentaciones», ¿realmente eres vulnerable?, yo no lo creo, es un parapeto en el que te escudas y un arma… 🙂
Un abrazo sincero
Ana
/ 9 diciembre, 2010Hola Teo,
mil grácias por dedicar parte de tu tiempo a leerme y de nuevo grácias, por enfocarme otra visión mucho menos victimista que la que tengo de mi comportamiento.
Me ha gustado mucho tu frase: «¿realmente eres vulnerable?, yo no lo creo, es un parapeto en el que te escudas y un arma… » Reflexionaré sobre ello.
Otro abrazo sincero (son los que más me gustan)
nestorleont
/ 1 diciembre, 2010Uhm….. creo que me pasa al contrario…..
Se me dificulta absolverme de mis culpas, pero cuando finalmente lo hago es porque he podido dar un cambio brusco en mis hábitos (Tal vez por contar con ciertos niveles de obsesividad compulsiva sin llegar a ser Monk).
El problema es que no sé que tan permanentes puedan ser tales cambios y me atormento al pensar en posibles recaidas y volver a sucumbir en cualquier momento a mis malas costumbres.
Exlente 2da parte….. Saludos
Ana
/ 2 diciembre, 2010Hola Nestor, grácias por tu valoración y por tu comentario.
Soy tan vulnerable que sucumbo continuamente a mis malas costumbres y malas tentaciones, la suerte, es que no tengo remordimientos y continuamente me absuelvo.
Un abrazote grande.
Carlos Bonilla
/ 1 diciembre, 2010eso mismo me pasa a mi, pero con el ejercicio… me digo «hoy me impondre una meta, rebajare esta pipa (barriga)». Pongo música movida apropiada para ejercicios, una sudadera, la faja, las medias licra, jajaja, la bandita en la frente para repeler el sudor y empieso. Hago 10 lagartijas que me parecieron 100, con mucho esfuerzo me levanto del piso y voy corriendo al espejo » queee, sigo igual de gordo!» me desarmo todo el equipo, apago la musica, me doy un baño y me siento frente al PC a blogear todo frustrado.
es mas o menos lo mismo que te pasa a ti, verdad? 😀
Ana
/ 2 diciembre, 2010Hola Carlos, tus entradas siempre simpáticas y tus comentarios acertados. Grácias por pararte a leerme.
Más o menos es como lo que tu me explicas del ejercicio, aunque mucho más básico e instintivo, casi como los primates. Personalmente, estoy segura que vengo del mono 🙂
Mis frustraciones son frecuentes, igual que me ilusiono me decepciono rápido. Supongo que tiene que ver con lo de conseguir satisfacciones inmediatas.
Un abrazote grande.